20 años sin el bailarín Antonio Gades: del romance con Marisol al compromiso político inquebrantable


Recién salido de la prensa, Antonio Gades. Arte y Revolución celebra la carrera del bailarín y coreógrafo Antonio Gades, a quien muchos consideran el gran genio de la danza española. En palabras del propio autor, el periodista Julio Ferrer, el libro intenta mostrar "la belleza artística, el compromiso político y la pasión de un hombre dedicado en cuerpo y alma a lo que sentía, soñaba y deseaba", de alguien que "buscaba la libertad y El arte como herramienta transformadora y revolucionaria".

Nacido en Elda en noviembre de 1936, Gades era el mayor de dos hermanos criados en un matrimonio obrero. Su madre, Aurélia, trabajaba en la industria del calzado, y su padre, Vicente, era un mosaico artesanal, con una fuerte conciencia política, que se unió a las fuerzas republicanas cuando fue a Madrid como voluntario y se unió al Batallón de Octubre. Según Ferrer en su ensayo, con la victoria del bando fascista, Vicente fue condenado por su apoyo al sector republicano y llevado ante un pelotón de fusilamiento de las tropas franquistas.

"Milagrosamente le salvó la vida, porque el golpe de gracia entró por un ojo y salió por el cráneo", destaca. "Debido a este caso fortuito, que incluyó la pérdida de un ojo, lo apodaron Janela, y por ser un hombre mutilado por la guerra, le dieron el puesto de portero del edificio". Este fue uno de los motivos por los que Gades admiraba profundamente a su padre, quien le inculcó "los valores de solidaridad y respeto al ser humano, y fue la principal influencia en su marcada conciencia de clase".

Una vez finalizada la Guerra Civil, la familia de Gades se trasladó a Madrid, donde vivieron en una garita de la Avenida de la Ciudad de Barcelona. "Vivíamos los tres, mi padre, mi madre y yo, en dos cuartos muy pequeños, la cama estaba debajo de las escaleras. Y un día apareció mi padre con una mujer embarazada y su marido que habían sido expulsados ​​de la obra, y los instaló con nosotros”, explicó la bailarina, que a los 11 años dejaría la escuela para buscar un trabajo que pudiera ayudarla. su familia deja atrás las dificultades económicas.

Se inició como mensajero en el estudio de fotografía de Juan Gyenes, donde veía a las grandes figuras de la danza posando para los lentes antes mencionados, y luego tuvo la oportunidad de trabajar como asistente de otro fotógrafo, Campúa, a quien acompañó y apoyó. el magnesio para tomar la foto. Parece que ambas experiencias desarrollaron una gran sensibilidad artística en Gades, que con catorce años logró incorporarse al diario ABC, concretamente en la sección de Imposición de Huecograbado, lo que le obligaba a trabajar cuatro horas a primera hora de la mañana, tras salir del colegio. .

Aún así, Gades quiso canalizar su energía creativa. Y, como muchos otros jóvenes de la época, bailaba al son de los pianos mecánicos que pasaban por las calles. Fue una vecina quien se fijó en él y le sugirió a su madre que lo llevara a clases. Aunque, según el propio artista, sus inicios en la danza fueron "para escapar del hambre, y no para otra cosa. En aquella época por mis venas no corría la sangre vocacional para la danza, sino anemia por hambre. Así que vine al baile con hambre. El hambre o te hunde o despierta tu inteligencia".

Gracias al sueldo que recibía por trabajar como repartidor de frutas, el alicantino pudo costearse sus primeras clases de baile en un gimnasio con el profesor Palitos. Esta experiencia le animó a seguir por este camino y empezó a acudir a otros gimnasios. En uno de ellos conoció a Emilio de Diego, un madrileño que llegó a ser secretario de la Comisión de Arte y Cultura del Partido Comunista (PCE) y que, como señala Ferrer, "fue parte fundamental de la creación musical de Gades, como una Suite Flamenca certificada (1963-1981) o Bodas de sangre, en versión teatral (1974) y cinematográfica (1981), entre otras piezas musicales".

Antonio Gades en la película Bodas de sangre (1981)

Colección Roger Violet/Getty Images



 

julio 20, 2024
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