25 de junio de 2024 00:06
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Dicen que en Oaxaca se toma mezcal con café; También dicen que si subimos por los callejones de piedra que conducen al Cerro El Fortín, a pocas cuadras del centro histórico, llegamos rápidamente al universo privado de la cantante y compositora Lila Downs. "Vivo aquí desde hace diez años, llegamos después de pasar una década en Nueva York y Ciudad de México. Crecí en esta región y mi madre siempre estuvo anclada aquí", explica. El tema de la tierra y la patria impregnará toda la conversación; tejiendo recetas, melodías y detalles que emergen de una misma filosofía de vida, profundamente ligada a su identidad.
"En mi familia siempre ha sido muy importante la serpiente, símbolo de fertilidad", confiesa Lila junto a una escalera tallada a mano con un diseño de serpiente. Además de música, Lila estudió antropología y bellas artes, pasiones que resuenan en cada rincón de su hogar. Aunque su explicación se remonta a mucho antes de la universidad: "El aprecio por todo esto viene desde mi infancia. En Tlaxiaco, donde crecí, las paredes estaban cubiertas de fotografías, pinturas, textiles y la colección de piezas prehispánicas de mis padres".
"Soy muy barroco, tengo miles de huipiles, rebozos, vasijas de barro. Cuando conocí a Paul, él tenía dos pantalones, cinco camisas y su piano: esta sencillez me impresionó y nuestra casa es una síntesis de ambos".
Lila Downs, cantante y propietaria de una casa.
El punto de partida de la casa de Lila y su esposo, el músico y productor Paul Cohen (fallecido en 2022), fue una estructura preexistente que renovaron y ampliaron con la ayuda del arquitecto Guillermo De la Cajiga. El principal objetivo era crear espacios agradables y confortables, llenándolos de música y músicos.
"Paul y yo trabajamos durante dos años en una adaptación de Broadway de 'Como agua para chocolate'. Este proyecto nunca llegó a concretarse, pero disfrutábamos tanto componiendo en formato taller que quisimos crear esto en casa: ocho salas para albergar a la banda", cuenta el músico. "Aquí nos reunimos, comemos comida deliciosa, bebemos muy bien, creamos música… Es una experiencia maravillosa", afirma.
Siguiendo la tradición de su madre, Lila construyó un temazcal en un rincón del patio, una antigua zona mesoamericana para baños de vapor que está vinculada a rituales de limpieza física y espiritual.
"Me encanta ir a las ciudades y a los mercados, vamos con mi madre que me enseñó a valorar estas cosas", confiesa. Algunas de las maravillosas canastas procedían de San Juan Guelavía, mientras que muchos telares fueron hechos por "sus comadres" en la región Triquis. Esta madre de la que tanto se habla es Anita Sánchez, una señora pequeña y muy amable que hace murales de mosaicos con barro de Tlapazola y Atzompa, dos pueblos del valle.
Si bien los acentos cromáticos son parte de su estilo, la paleta que predomina en los diferentes espacios está inspirada en un algodón crudo indígena llamado coyuchi. Este término se utiliza para describir la gama de tonos marrones, desde el beige hasta el canela, y proviene del náhuatl coyōichcatl, que significa "algodón color coyote".
"Creo que los colores tienen sus momentos. Es la expresión del alma, ¿verdad? Es una necesidad”
Para darle forma a los espacios, contaron con el talento de docentes y creativos de la región. Aunque la cocina respeta el formato tradicional mexicano, no faltan referencias contemporáneas. Los mosaicos de piedra caliza, por ejemplo, son obra del artista Francisco Toledo, quien trabajó junto con una fábrica local para relanzar el revestimiento tradicional en diseños más contemporáneos. Los techos son impresionantes bóvedas de ladrillo visto.
"Mientras estudiaba textiles tradicionales, al principio usaba mis huipiles y me miraban como un bicho raro. Ahora todo el mundo lo lleva con orgullo, creo que yo contribuí con mi parte a eso".
Hace un tiempo, casi por casualidad, Lila descubrió el mundo de la hostelería. Mientras recorría el mundo, la cantante comenzó a compartir su casa en AirBNB y la respuesta fue tan positiva que quiso seguir desarrollando proyectos con sus pagos. Así montó su restaurante y "foro" a pocas cuadras de su casa.
A pocos metros de la calle, Lila y su familia crearon un restaurante en el que se propusieron rendir homenaje a los ingredientes y recetas locales. La cerámica, los textiles y la amabilidad oaxaqueña son los pilares de Humito, que hoy es prácticamente una extensión de su hogar.
"Seguimos con esta maravilla de que vengan a nosotros. Es bueno porque cuando llegan invitados vienen a escuchar y conocer un poco más de Oaxaca"
"Quizás también he contribuido a la llegada de viajeros… La gente que sigue nuestra música y nuestra narrativa es consciente de ciertas cosas y sabe valorarlas", reflexiona Downs. No es extraño encontrarla allí bebiendo la bebida que lleva su nombre: un cóctel de camote, miel de agave, flores y mezcal.
Arriba, se disfrutan las vistas de las colinas con música en vivo de artistas regionales en 8 Temblor, que lleva el nombre de una reliquia mixteca que encontraron cerca. "Cuando comencé era muy difícil, los espacios no te cuidaban, tenían un sonido pésimo, te sentías parte del servicio", dice. El objetivo era ofrecer a los músicos un espacio donde pudieran sentirse respetados.
"Este espacio me dio mucha alegría, es un orgullo. Quizás si quisiera no hacer tantas giras podría dedicarme a recibir gente, hacer mi música y promover la cultura. Estar más aquí, en el restaurante, con mi familia y mis hijos que están creciendo y me necesitan… Los tiempos cambian, hay que planificarlos para estar donde nosotros seamos felices. Eso es lo importante”.
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