El difícil regalo de Clemente Montag, el caricaturista de Patoruzú y Súper Hijitus que hoy pide donaciones para vivir


Clemente Montag junto a Manuel García Ferré (Foto: Facebook Clemente Busu Montag)

Clemente Montag tenía 13 años aquella mañana fría y lluviosa cuando se puso su abrigo, que no le sirvió ni para protegerlo del hielo ni para protegerlo del agua, pero fue el único que su padre pudo comprarle. Así encaró la calle porque estaba decidido a hacer realidad su sueño. Las dudas de su madre sobre salir de casa en ese momento no le afectaron. Entre su ropa celosamente guardada llevaba una carpeta que contenía todo su capital: los dibujos que venía haciendo desde que tenía uso de razón.

La recepcionista de la editorial quedó sorprendida por este adolescente completamente empapado que cruzó la puerta. "Traigo dibujos", atinó a decir. Ella sólo pudo mirar fijamente hasta que, tal vez condescendientemente, le pidió que le trajera la carpeta. Se perdió detrás de una puerta donde estaban reunidos los famosos ilustradores Dante Quinterno, Eduardo Ferro y Mariano Juliá -director de Locuras de Isidoro-. La mujer regresó con Juliá, quien le contó la noticia que ni siquiera había imaginado en sueños. "Pibe, Quinterno lo vio y sí, le gustó mucho".

El silencio se apoderó del protagonista de esta historia, cuyo destino estuvo a punto de cambiar. "Decidió que te regalará un cuento para el semanario Patoruzú para que lo leas e ilustres. Se llama El niño y el gato. Tómate un día entero y tráemelo mañana. Al día siguiente Quinterno ya no estaba, pero Ferro examinó con atención el material y sin dudarlo dijo: "Oye, pibe, tienes que trabajar con nosotros".

Un boceto antiguo y la obra terminada de una de las portadas de Locuras de Isidoro

Más de medio siglo después de aquel encuentro, Clemente toma un sorbo de refresco sin azúcar y sigue recordando el inicio de su carrera profesional. Y está convencido de que no es sólo una cuestión de suerte: "Mucha gente me pregunta: '¿Cómo hiciste eso?' y les digo que sólo hay que tener en cuenta una cosa: ser diligentes”, reflexionó en conversación con Teleshow, en la que recordó sus inicios y dijo que hoy, después de seguir dos generaciones dibujando Patoruzú y Súper Hijitus, pide que las donaciones vivan.

"No sabes cuando la gracia de Dios está presente. Esto es un misterio. Creo, después de tantos años, que la diligencia es una gracia. Soy un tipo espiritual, no un fanático. Pero cuando te tiras a la piscina porque hay que saltar, aunque el agua esté fría, hay que saltar. Y ese fue el punto de partida".

Busu, como le llaman todos, nacido en 1958, no tenía más de un año y ya seguía a su padre en la mesa de dibujo intentando copiar los trazos. "Era humilde, era un escultor que se ganaba tres mangas", recordó sobre el alemán con el que convivió. "Él dibujaba sus esculturas y yo quería conseguir su lápiz. No había lugar más lindo para mí que esa mesa de dibujo", destacó sobre su padre, a quien describió como "un hombre cariñoso y humilde, con quien pasamos el tiempo justo". "Él, con su camionita, trabajaba en Giuliani, que era una casa de esculturas de hace muchos años", recordó.

Patoruzito e Isidorito, tras la mano de Clemente Montag

A Clemente le encantaba el mundo de Disney. Desde que vio esos dibujos por primera vez, inmediatamente se sintió atraído, y cada vez que veía a Walt dibujando decía que sería como él: "Vivíamos en San Telmo y mi mamá y yo tomábamos el bus 70 para ir a la Plaza San Martín porque a mí me gustaba la red. Uno de estos días, Monica Cahen D'Anvers estaba allí con Mickey. Y nunca he sido más feliz. Aún recuerdo cómo corrí hasta llegar a su lado. Me quedé helada cuando me tendió la mano. "Tenía 7 años y ya no quería lavarme las manos".

Y mientras los demás niños salían a jugar, él supo ocupar su tiempo: "Dibujaba y guardaba todo en una de esas carpetas viejas que se atan con cordel. Esta fue precisamente la carpeta que abrió Dante Quinterno en la editorial ubicada en Maipú 942, a dos cuadras de donde Mickey me contactó".

El semanario Patoruzú fue el primer trabajo de Clemente Montag a los 13 años (Foto: Teleshow)

Sus primeras ilustraciones fueron cuentos desde la edición semanal de Patoruzú, hasta su cierre. Tiempo después, Quinterno lo llamó para que lo ayudara en las portadas de Andanzas de Patoruzú. Mientras el maestro hacía bocetos a mano alzada, él se encargaba de dibujar y pintar al temple, bajo la atenta mirada del creador, un hombre sumamente perfeccionista que no dudaba en preguntarse por qué el gris siempre es gris, si la sombra del árbol tenía cuál. son, por razones obvias, un tono gris de verde.

"Estuvieron siete años en Patoruzú haciendo el coloreado y los finales. Y el Libro de Oro, el especial anual que todo chico quería tener, que me regalaron para pintarlo todo al temple, trabajando hasta que llegué a una crisis de ansiedad, pasando noches y noches. Tenía taquicardia… Dije que había un médico tan bueno en el Hospital Universitario San Martín que me tranquilizó. Le dije a la enfermera: 'Clement está aquí, tiene un paquete de seis Lexotanil'", dijo sobre esos años.

El autor de Coco y Cilindrina adornó con sus obras la revista Anteojito

Ya sea por casualidad, por arte de magia o por el profesionalismo de Clemente, nada más dejar la editorial se dirigió a Editorial Atlántida con su portafolio de creaciones: "Me gustaría crear, no ser un artista licenciado; Luego tuve a Nubecino, y Coco y Cilindrina", precisó, como antesala de otra de las curiosidades que marcaron su vida. "Cuando llegué encontré a García Ferré que se iba. '¿Qué traes?', me preguntó, y yo sólo respondí con una palabra: 'Dibujos'. Los miró y me pidió que se los dejara una semana y que su secretaria me llamara quisiera o no".

Un día sonó el teléfono y Busu escuchó al otro lado lo que tanto deseaba oír: "El señor García Ferré quiere verlo. ¿Quieres trabajar con nosotros?" Comenzó a publicar sus cómics en la revista clásica Anteojito, donde profundizó el trabajo: "Había páginas didácticas, los libritos que estaban en una biblioteca y los guiones de Las nuevas aventuras de Hijitus en Canal. Trece".

Pero todo tiene un final: "Cuando cerró Anteojito fue terrible. Y mi gran error fue no haber firmado contrato. A Patoruzú le iba mal, Billiken después cerró, (Andrés) Cascioli -con quien publiqué algunas cosas en Humor- cerró. También la revista Fierro. En otras palabras, Argentina carecía de cómics y humor nacional. Fue una época muy difícil para quienes diseñamos porque no quedaba nada que publicar".

"El único futuro en mi vida es seguir dibujando", afirmó Clemente Montag.

En ese momento, Busu envió su trabajo a Norma Editorial ya que tenía planes de hacer una película en Estados Unidos llamada Tom el Dinosaurio, pero esta vez la suerte no estuvo de su lado. "Viajé y cayeron las Torres Gemelas. Allí me dijeron que la coproducción iba a ser interrumpida. Me enferme. No pude soportarlo más. No tenía a donde ir. Visité algunas editoriales y me dijeron que ya no hacían cómics, sólo los traducían del francés. Fui derrotado y mi esposa vendió el lugar donde vivíamos".

La suerte que tantas veces lo había acompañado se le fue esta vez: "Me quedé sin mi varita mágica. Ya no me tocó. "Perdí la gracia, la bendición, el hechizo, lo que sea", dijo sobre ese momento en el que el trabajo no apareció.

La posibilidad surgió de la forma menos esperada, a través de un amigo de su esposa que se casó con un marinero irlandés. "Que venga Clemente, porque él tiene un trabajo que no es caricaturista, pero es muy fácil. “Hay que apretar algunos botones, algo estúpido, en una fábrica”. Viajó con el dinero que le sobró de García Ferré y esperó pacientemente hasta la reunión de trabajo. Pero justo antes de la reunión, le notificaron que la empresa se había declarado en quiebra.

Como recomienda, Clemente Montag sigue dibujando, porque así es su vida.

Comenzó a deambular por suelo irlandés con la esperanza de conseguir trabajo en una editorial, pero el mercado de ese país era tratado de otra manera: "Me dijeron que importaban todo de Inglaterra, pero no tenía dinero para ir. Lo único que tenía para ofrecerme era hacer unos dibujos de un duende (NdR.: un pequeño duende verde del folclore irlandés) al final de la página donde van los números. Entonces después de trabajar en Anteojito y con las tapas de Patoruzú terminé haciendo esos duendes para tres mangas. No había lugar para alquilar por ese dinero. Mucho menos para ahorrar".

Volver al pago fue difícil. "Volvimos aquí y estaba desnudo", dijo hoy, sin eufemismos. "Me quedé viviendo en casa de mi suegra, quien gracias a Dios nos dio un lugar donde estar. Sin casa, sin coche, en la peor pobreza que se puede ver", admitió, mientras miraba al vacío y recordaba su última gran satisfacción profesional.

El caso es que, desde España, la editorial Planeta DeAgostini lo eligió para dibujar La Biblia para los niños, una obra emblemática en 12 volúmenes. "Trabajé mucho en esto. Lo habia olvidado. Mi primera Biblia. La verdad es que a veces la miro y digo: 'Dios mío'. Imaginemos a Moisés con toda la cola de los israelitas. “Eso era mucho trabajo.”

Clemente Montag fue el guionista de As Novas Aventuras de Hijitus, que llegó a la pantalla en 1995.

Gracias a la ayuda de un psiquiatra, logró mantenerse en pie en la vida. "Dibuja, naciste para dibujar", ​​fueron las palabras que resonaron en él y eso es exactamente lo que hace. "Yo tengo mi pensión, mi esposa tiene el mínimo. Llega a nosotros allí. ¿Trabajar? En las ferias a las que voy, la gente mayor de 30 años adora lo que fue la época dorada. Pero es difícil volver a involucrar a los chicos, enseñarles quién es Patoruzú", analizó.

Antes de este encuentro, este periodista había visto a Busu hace unos meses, en la feria de coleccionistas más grande del país. Sentado a la mesa con su esposa, ambos siempre sonrientes, hacía dibujos por encargo, con Patoruzú y Súper Hijitus liderando el ranking. Hace poco más de una semana, un mensaje en su perfil de Instagram alertó a la comunidad: "Ayúdenme en vivo. "Necesito comprar medicinas y comida", decía el panfleto, aclarando que pedía "una taza de café ilimitada para ayudar al maestro arruinado".

Pero Busu no se rinde. Actualmente, agradece la convocatoria de integrantes del movimiento cultural Banda Dibujada, cuya labor es difundir el cómic entre niños y jóvenes, ofreciendo numerosos talleres en escuelas y colegios. Incluso está pensando en el viaje previsto para mediados de junio, en el que será uno de los invitados especiales al Comic World 2024 que se realizará en la provincia del Chaco.

"Creo que así como tenemos que pensar que nacemos, un día morimos. Sabiendo que mañana pasaremos a otra dimensión. Entiendo en cierto modo que lo que me pasó también fue una gracia de Dios: ese día fui bajo la lluvia. Que publiqué tanto, que me pongo a dibujar y me cambia el humor. El único futuro en mi vida es seguir dibujando".

El volante donde Clemente pide ayuda (Instagram: @clementemontag)


 

mayo 26, 2024
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